Este verano decidimos hacer una ruta de dos semanas por Grecia sin islas, recorriendo en coche desde Atenas hasta el norte del país. Una auténtica aventura de más de 2.000 kilómetros que nos permitió conocer su historia milenaria, su gastronomía, su naturaleza y, sobre todo, su forma de vida.
En este post os cuento nuestro itinerario completo, día a día, con consejos, anécdotas y lugares imprescindibles. Si estás planeando un roadtrip por Grecia, aquí tienes la guía completa para recorrer Grecia continental en 14 días.
Consejos antes de empezar tu ruta por Grecia
Antes de lanzarte a la carretera, hay algunas cosas que deberías saber:
- Si alquilas un coche, hazlo con seguro a todo riesgo. En Grecia conducen bastante mal, las carreteras no están bien cuidadas y no sería raro llevarte algún golpe o que una piedra te saltase a la luna.
- No camines por los arcenes. Hemos visto que allí se usan para circular y facilitar así los adelantamientos (en continuas y dobles continuas), así que no es un lugar seguro para peatones. Verás pequeñas capillas junto a las carreteras. Al principio pensábamos que eran altares porque eran muy religiosos allí pero no, marcan los lugares donde alguien perdió la vida. Cerca de las ciudades, hay una cada pocos metros.
- Come local. El yogur griego con frutas, los gyros, la carne a la parrilla o la moussaka son una delicia. Grecia tiene productos frescos increíbles, con un sabor que recuerda a la huerta de toda la vida. A la vuelta a España hemos echado de menos todos esos productos naturales, que se notaban que eran de huerta.
– Inciso, ¿qué ha pasado con nuestro producto local y de calidad?
Es muy triste tener que ir a Grecia para ver a restaurantes tener su propia huerta con tomates o poder adquirir en los supermercados productos de allí, como frutas y verduras buenos, madurados al sol, no en containers… - Busca restaurantes auténticos. A veces los más sencillos y menos “bonitos” sirven la mejor comida y tienen una atención maravillosa.
- Para en los puestecitos de carretera. ¡Los mejores higos y uvas que he probado en mi vida los compré allí! Supongo que en España todo eso se eliminó con los controles de calidad, pero oye, comer fruta y verdura directamente de los árboles o la huerta es uno de los mayores placeres de la vida, y en Grecia puedes seguir disfrutando de ello.
- Visita los monumentos por la mañana temprano o al final de la tarde (antes de las 18h). Evitarás el calor, las multitudes y tendrás una luz preciosa para las fotos.
- Compra guías en papel. En la mayoría de sitios no hay tours ni audioguías, así que un buen libro puede ser tu mejor aliado, te dejaré algunos títulos y fotos por si te sirven en tu viaje.
- Atención con los parkings subterráneos. Muchos cierran de madrugada y no abren hasta las 8 o 9 de la mañana, con persiana metálica incluida. Si tu vuelo sale temprano, podrías quedarte encerrado.
- Adora a los gatitos. La mayoría de las ciudades del peloponeso están llenas de gatitos callejeros y son adorables, así dales mucho amor que se lo merecen.
Sigue mi viaje a través de mis stories:
Día 1: De Atenas a Nauplia
Noche: Nauplia
Llegamos a Atenas por la tarde, recogimos el coche de alquiler y nos pusimos en marcha hacia Nauplia, nuestra primera parada, donde pasaríamos dos noches.
De camino hicimos una breve parada en el Canal de Corinto para verlo al atardecer y la verdad, impresiona.
Aquí os cuento un poco sobre él:
El Canal de Corinto
El canal conecta el mar Egeo con el mar Jónico, atravesando el istmo de Corinto, y separa la Grecia continental del Peloponeso.
Tiene unos 6,4 km de longitud, 21 metros de anchura y unos 80 metros de profundidad. Su construcción se remonta al siglo XIX (finalizado en 1893), aunque la idea original ya la tuvo el emperador Nerón en el siglo I d.C.
Verlo desde el puente, con las paredes verticales de roca cayendo hasta el agua, es realmente sobrecogedor.
Después del atardecer, seguimos hasta Nauplia, hicimos el check-in y dimos un paseo por la ciudad antes de cenar. Nauplia tiene mucho que ofrecer, muchas tiendas, restaurantes, mucha vidilla en general, museos y exposiciones al aire libre. Es la ciudad que más nos gustó de todo el Peloponeso. Además todo estaba bastante limpio y cuidado, las calles y restaurantes con flores… la verdad es que si volvemos por la zona, tenemos claro que repetiríamos allí.
Dónde comer sin gluten en Nauplia
Aquí encontramos dos locales con opciones sin gluten que nos encantaron:
- Yaiyai: ideal para desayunar, con opciones sin gluten y un ambiente súper agradable.
- Mitato Grill: con pita sin gluten muy rica para acompañar la carne de Gyro, ¡de lo mejor del viaje!



Día 2: Epidauro y Micenas
Noche: Nauplia
Por la mañana fuimos a visitar el Teatro de Epidauro (20 € por persona), a unos 20–30 minutos de distancia.
El Teatro de Epidauro
Es uno de los teatros antiguos mejor conservados del mundo y un ejemplo impresionante de la arquitectura y acústica griegas.
Construido en el siglo IV a.C. por Policleto el Joven, originalmente podía albergar 6.200 espectadores, aunque más tarde se amplió hasta más de 12.000.
Lo más sorprendente es su acústica perfecta: incluso desde la última fila puedes escuchar un leve susurro. Los griegos lo diseñaron aprovechando la pendiente natural de la colina y el material de la piedra, que amplifica el sonido de forma natural.
Verlo en persona es una experiencia increíble: impone su tamaño, su simetría y la sensación de estar en un lugar donde hace más de 2.000 años se daban discursos y representaban tragedias clásicas.
Regresamos a Nauplia para comer y, aunque la idea inicial era visitar Micenas por la tarde, nos recomendaron dar un paseo por el paseo marítimo y ver el atardecer desde allí, así que cambiamos de planes.
El paseo bordea toda la costa con vistas a la fortaleza de Bourtzi. Si vas a visitar menos puntos históricos de Grecia, te recomiendo visitar Micenas (también 20 € por persona), ya que ofrece muchísima historia y es uno de los yacimientos más emblemáticos del Peloponeso.
Nosotros, al ir 15 días, preferimos disfrutar del paseo costero y dejar las ruinas para otro viaje.
A lo largo del paseo hay varios restaurantes y bares con escaleras que bajan directamente al mar. Algunos incluso tienen piscina y zonas para bañarse, así que si prefieres relajarte, es un sitio perfecto para hacerlo antes de cenar.



Día 3: Esparta y Mistrá
Noche: Mistrá (camping muy chulo y acogedor)

Salimos de Nauplia por la mañana rumbo a Esparta, tomando la carretera de la costa que pasa por Leonidio. Paramos allí para comer y aprovechar para darnos un baño.
Elegimos la playa de Tigani, tranquila y bonita, aunque con poca vida submarina — un poco decepcionante en ese sentido.
El trayecto hasta Esparta es precioso: la carretera va alternando paisajes de costa y de interior, con montañas, puestos y pueblos pintorescos.
Desde Esparta continuamos directamente a Mistrá, ya que queríamos visitar su ciudad fortificada antes de que anocheciera.
En otro post te explicaré con más detalle la historia de Mistrá porque si vas sin guía como nosotros, es importante saber que no hay paneles informativos ni audioguías por lo que una ayudita siempre viene bien.
Igualmente, aquí te dejo unos tips para su visita:
La ciudad de Mistrá
La visita se divide en dos partes: la parte baja o ciudad y la parte alta o fortaleza.
Al llegar, descubrimos que cerraban una hora antes de lo previsto (19h) así que, como íbamos muy pillados de tiempo porque se tarda más o menos 2 horas en realizar la visita, decidimos visitar la parte baja y luego, si podíamos, la parte alta.
Si te pasa como a nosotros, inicia la visita por la parte baja porque es sin duda la más interesante: aquí puedes recorrer iglesias bizantinas con frescos, monasterios parcialmente restaurados, antiguas casas de piedra y la Plaza del Despota, donde se concentraba la vida política y religiosa.
El conjunto está muy bien conservado y la atmósfera es mágica: pasear entre ruinas bizantinas, con el monte Taigeto al fondo, te hace sentir en otra época.
Intentamos subir a la fortaleza 5 minutos antes del cierre, pero habían cerrado. Así que decidimos probar suerte al día siguiente usando la misma entrada… ¡y nos dejaron entrar! Así que si andas justo de tiempo y solo puedes ver la parte baja, intenta ir a la parte alta al día siguiente.
Eso sí, si no te dejasen entrar o no dispusieses de otro día para verlo, tranquilo: no te pierdes gran cosa. La parte alta está mucho más deteriorada, con estructuras casi irreconocibles y ningún panel informativo.
Volviendo a este tercer día, una vez finalizamos la visita de la parte baja de la ciudad de Mistrá, fuimos a Esparta a cenar y ver la estatua de Leónidas, todo un clásico que, sin duda, no podía faltar.



Día 4: Monemvasía
Noche: Monemvasía
Como comenté en el día anterior, por la mañana, antes de seguir la ruta, volvimos a la fortaleza superior de Mistrá para verla con calma. En unos 20 minutos recorrimos toda la parte superior y retomamos el viaje hacia Monemvasía.
Como ya os dije, nada reseñable de la parte alta de la fortaleza, seguramente sea mi ignorancia y falta de información aquí, pero como tampoco teníamos guía, ni audioguía, ni paneles informativos, poco pudimos disfrutar de ese pedacito de historia.
Cuevas de Diros
De camino hicimos dos paradas muy recomendables. La primera, las Cuevas de Diros (12 € por persona), una maravilla natural muy sorprendente de Grecia.
El recorrido se hace en barca por el interior de la cueva, navegando entre estalactitas, estalagmitas y columnas de gran tamaño. La visita dura unos 25 minutos y aunque eché en falta alguna explicación o guía, el lugar merece mucho la pena, aunque solo sea por cambiar de aires (a unos más fríos) y unas vistas menos clásicas, aunque sin duda con la misma cantidad o puede que más años de historia.
Pecio Dimitrios
Nuestra segunda parada fue el pecio Dimitrios, cerca de Gitión, un barco encallado en la playa desde 1981.
Se dice que fue abandonado tras una tormenta, aunque otros afirman que se utilizaba para contrabando. Sea como sea, el barco oxidado frente al mar azul crea una estampa hipnótica, casi poética.


Monemvasía
Continuamos hasta Monemvasía, donde hay un parking a 1 km de la entrada. Desde allí alquilamos unos monopatines para llegar a la entrada principal, una puerta pequeña en la muralla por la que no entra ningún vehículo.
Monemvasía es una ciudad medieval amurallada que se conserva tal cual desde hace siglos.
Se fundó en el siglo VI y su nombre significa “una sola entrada”, porque solo se puede acceder por un punto. En su época fue una poderosa fortaleza bizantina y centro comercial del Peloponeso.
Hoy en día, sus calles empedradas, casas de piedra y pequeñas iglesias bizantinas la convierten en uno de los pueblos más bonitos de Grecia.
Aunque actualmente está orientada al turismo, con hoteles, tiendas y restaurantes dentro de las murallas, conserva todo su encanto. Sus callejuelas estrechas y fachadas multicolor parecen congeladas en el tiempo.
Desde el centro puedes subir a la fortaleza superior en unos 15 minutos o caminar hasta el faro, que está a unos 10. Ambos ofrecen unas vistas espectaculares al mar y a toda la península.
Dormimos dentro de la ciudad amurallada, disfrutando la sensación de retroceder siglos por una noche.



Día 5: Olimpia y Templo de Apolo Epicurio
Noche en Olimpia
Nos despertamos con calma en Monemvasía, y antes de dejar este rincón mágico decidimos subir a ver la fortaleza, que corona la parte alta de la roca. Las vistas desde allí son impresionantes: el mar se extiende infinito y las casas multicolor parecen colgar sobre el acantilado.
Después bajamos a desayunar y pusimos rumbo hacia Olimpia, aunque antes haríamos una parada muy especial: el Templo de Apolo Epicurio, uno de los templos mejor conservados de toda Grecia.
El Templo de Apolo Epicuro: el Partenón escondido en las montañas
De camino hacia el norte atravesamos carreteras secundarias, serpenteantes y poco transitadas. A medida que avanzábamos, el paisaje se volvía cada vez más montañoso y salvaje.
Hubo un momento en que pensábamos que nos habíamos equivocado de camino: las carreteras estaban sin apenas mantenimiento, muy empinadas y con curvas constantes. Parecían más caminos para pastores y agricultores pero no, ¡ese era realmente el camino hacia el templo si vienes desde el sur!

El Templo de Apolo Epicuro, situado en Bassae, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986 y está considerado una auténtica joya de la arquitectura clásica.
Fue construido hacia el 420 a.C. se dice que por Ictino, el mismo arquitecto del Partenón de Atenas y el Templo de Hefesto, y dedicado a Apolo con el sobrenombre Epicuro, que significa “el que socorre”. Según los historiadores, se levantó en agradecimiento al dios por haber protegido la región de Figalia durante una epidemia.
El templo destaca por su mezcla única de estilos: combina columnas dóricas, jónicas y corintias, algo muy poco común en la arquitectura griega. De hecho, aquí se encontraba la primera columna corintia conocida de la historia.
Toda su decoración narraba escenas mitológicas de la Amazonomaquia y la Centauromaquia.
La entrada cuesta 20 € por persona y hay parking gratuito justo en la entrada.
El templo está en un lugar privilegiado, a más de 1.100 metros de altitud, rodeado de montañas y con unas vistas espectaculares. La única pena es que, al estar protegido por una enorme carpa para evitar su deterioro, no puede verse desde lejos ni apreciarse del todo su majestuosidad exterior.
Aun así es el mejor templo que visitamos en todo nuestro viaje por Grecia.
Rumbo a Olimpia: del monte al valle

Continuamos el viaje hasta Olimpia, disfrutando de un recorrido que cambia completamente de paisaje: de montañas secas y cubiertas de arbustos pasamos a un entorno más verde y luminoso, con campos, praos, cipreses y olivos por todas partes.
Dónde comer sin gluten en Olimpia
En Olimpia encontramos un par de sitios que nos encantaron y también sin gluten:
- Café Rodo: desayunamos aquí varios días porque tenían bowls de yogur griego con fruta sin gluten y café delicioso. El sitio es pequeño, pero con muy buen ambiente.
- Symposio Tavern: sin duda, la mejor taberna con opciones sin gluten de todo el viaje. Es el típico local familiar de barrio en el que no esperas encontrar tanto conocimiento sobre alérgenos, pero nos sorprendieron muchísimo. Tienen menú sin gluten, pan, cerveza y una atención espectacular. Desde aquí les mando otro abrazo enorme 💙
Pasamos la noche en Olimpia, descansando y preparándonos para visitar al día siguiente el recinto arqueológico donde nació la llama olímpica.
Día 6: Olimpia
Noche en Olimpia
Dedicamos este día entero a visitar Olimpia, recorrer sus calles y, por supuesto, su famoso Recinto Arqueológico, el Museo Arqueológico de Olimpia y el Museo de la Historia de los Juegos Olímpicos.
Compramos un libro titulado “Olimpia: recinto arqueológico y museos”, que fue todo un acierto. Por apenas 10 €, nos explicó absolutamente todo sobre ambos museos y el conjunto arqueológico. Lo adquirimos en una de las tiendas de la zona y, aunque no lo he encontrado online, si lo veis, compradlo sin dudarlo: es una joya.

El Recinto Arqueológico de Olimpia
Olimpia fue, en la Antigüedad, un santuario panhelénic dedicado principalmente a Zeus, el dios supremo. Aquí se celebraban, cada cuatro años, los Juegos Olímpicos en su honor, uniendo a todas las ciudades-estado griegas en una tregua sagrada.
Entre las ruinas más destacadas del sitio se encuentran:
- El Templo de Zeus, que en su interior albergaba una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo: la estatua criselefantina de Zeus, realizada por Fidias, hecha de oro y marfil.
- El Templo de Hera, uno de los más antiguos del recinto, donde actualmente se enciende la llama olímpica antes de cada edición de los Juegos.
- El Estadio Olímpico, que fue el corazón de las competiciones. Aún se puede ver el punto de partida original de las carreras, marcado con una losa de piedra. Caminar por allí es realmente emocionante, imaginar a miles de espectadores animando a los atletas hace más de dos milenios pone los pelos de punta.
- El taller de Fidias, donde el escultor creó su mítica estatua. Hoy en día solo quedan los cimientos, pero dentro del museo hay una reconstrucción muy interesante.
- El Bouleuterion, donde los atletas juraban respetar las normas de los juegos.
Todo el conjunto se recorre en un par de horas, pero con calma y con el libro en mano se disfruta muchísimo más.
Si os gusta la historia antigua, es una de esas visitas imprescindibles en Grecia.
Como apunte en cuanto a derechos de las mujeres se refiere, ya en el 400 a.C se realizaban juegos olímpicos únicamente para mujeres; cierto es que tenían vetado competir el mismo año que los hombres e incluso ver los propios juegos (cosa permitida a esclavos), pero ya entonces decidieron darle a la mujer la oportunidad de competir e introducirse en el mundo del «fitness» cosa que, con el cristianismo desapareció en cuestión de segundos.
Hago este apunte para recordar lo volátil que son nuestros derechos, pues, por ejemplo, hasta 1967 no se «permitió» a una mujer, Kathrine Switzer, a competir en la Maratón de Boston. Y lo entrecomillo porque obviamente se inscribió sin poner su género ya que no era un requisito si no, no la habrían dejado competir.
Hace 2.500 años teníamos nuestros propios juegos olímpicos, pero 2.000 años de religión inquisidora valieron para quitarnos, entre todos los demás, el derecho a disfrutar del deporte.



Día 7: Parga
Noche en un camping de Parga

Ay ay ay… ¡qué sorpresa nos llevamos con Parga! 😅
Nosotros pensábamos que sería un pueblito costero tranquilo para descansar un par de días, tomar el sol y desconectar… pero no. Parga resultó ser el Benidorm griego: abarrotada de turistas, coches, tiendas y restaurantes por todas partes.
La razón por la que paramos allí fue bastante práctica: necesitábamos una lavandería.
Después de una semana viajando con lo justo, era esencial lavar la ropa, y aquí encontramos una lavandería increíble donde ellos mismos se encargaban de todo: lavaban, secaban y doblaban la ropa. Un lujo. (Nota importante: los Airbnbs en Grecia no suelen tener lavadora, al menos ninguno de los nuestros la tenía).
Salimos de Olimpia por la mañana y llegamos por la tarde ya que hicimos una parada en Aitoliko, pueblito que prometía mucho pero resultó no ser tan deslumbrante.
El caso es que llegamos a Parga, dejamos la ropa, hicimos la compra, el check-in en el camping, nos dimos un bañito en la piscina, recogimos la ropa, cenamos y a dormir.
Al ver el bullicio del pueblo decidimos quedarnos tranquilos en el camping… hasta que vimos un folleto de un ferry turístico para el día siguiente.
Y claro, dijimos: “¿por qué no?” 🤦♀️ Spoiler: porque yo me mareo en el agua, me mareo muchísimo.
Pero eso ya os lo cuento en el siguiente día.
Día 8: Parga – Ferry
Noche en Parga
Pues como comenté, decidimos pillar los tickets la noche antes para pasar un día diferente como rezaba el folleto del Ferry. ¿Qué podía salir mal?

Allí estábamos, listos para embarcarnos en el Captain Hook, un ferry que prometía 6 horas de travesía por solo 35 € por persona, toda una ganga acuática.
El plan sonaba ideal: visitar cuevas, parar en zonas preciosas de aguas cristalinas para bañarnos y acabar en la isla de Gaia para comer antes de volver.
El plan parecía perfecto… hasta que me subí al barco.
A los 15 minutos ya estaba mareada, como de costumbre y natural en mí en un barco, y para la primera media hora tenía un malestar digno de telenovela griega: calor y frío, náuseas y hambre, todo a la vez.
Por suerte, los tripulantes estaban preparados para turistas torpes como yo y me dieron una biodramina del tamaño de mi cabeza 😂. Mano de santo: en 10 minutos estaba como nueva, aunque con un sueño monumental.
Me forcé a mantenerme despierta, me bañé un par de veces y, cuando llegamos a Gaia, comimos y pude recuperar el cuerpo. Gaia es una islita mona pero como todas, dedicadas a explotar el tursimo (suerte que nosotros llevamos tuppers).
En el viaje de vuelta… ya no luché más. Me dormí tan profundamente que babeé y todo.
Esa tarde, antes de cenar, subimos a la fortaleza superior de Parga, que nos recordó muchísimo a Tossa de Mar. Eso sí, tuvimos que salir por piernas porque los mosquitos tigre nos estaban devorando vivos.
Lo bueno del día fue la cena: habíamos fichado desde la mañana un italiano llamado La Trattoria, que anunciaba menú 100 % sin gluten en letras grandes a la entrada, y soy como Homer con la cerveza, anuncio que ve, cerveza que se toma, pues yo anuncio de sin gluten que veo, restaurante al que me meto.
Fue espectacular: pasta fresca, todo el menú adaptado y una terraza con vistas a la playa donde vimos un atardecer precioso.
El sitio ideal para cerrar un día de mareos y risas.



Días 9, 10 y 11: Meteora – Kalambaka
Noche en Kalambaka
El día 9 salimos rumbo a Meteora, haciendo una parada en Metsovo, un encantador pueblo de montaña famoso por su arquitectura de piedra y madera y su gastronomía.
A falta de cordero, que era lo que íbamos buscando, probamos un estofado de ternera que estaba delicioso y además sin gluten.
Al llegar a Kalambaka, nos instalamos en un Airbnb para pasar unos días tranquilos y dedicarnos a explorar la zona.
El pueblo en sí tiene poco que ver, pero la zona de Meteora… ¡es mágica!
Durante los tres días visitamos los monasterios, vimos el atardecer desde las rocas y aprovechamos para hacer actividades al aire libre como quads y tiro con arco con la empresa Kerketio Extreme Sports, en Pertouli. Fue una experiencia increíble, muy recomendable.
Los Monasterios de Meteora: suspendidos entre cielo y roca

El nombre “Meteora” significa literalmente “rocas suspendidas en el aire”, y cuando las ves, entiendes por qué.
Se trata de un conjunto de monasterios ortodoxos construidos sobre gigantescas formaciones rocosas, algunos a más de 600 metros de altura.
En un principio, los monjes que llegaron a Meteora buscaban soledad y silencio. Aquellas enormes rocas, casi imposibles de escalar, eran el lugar perfecto para alejarse del mundo y entregarse por completo a la oración, al ayuno y a la paz interior. Pero con el tiempo, especialmente a partir del siglo XIV, esa vida de ermitaños dio paso a monasterios organizados, donde la fe ortodoxa pudo florecer y protegerse.
Los monjes hallaron en aquellas alturas un rincón donde el tiempo parecía detenerse, lejos del bullicio y las preocupaciones del mundo convirtiéndose así en oasis espirituales.
Pero Meteora fue mucho más que un refugio espiritual. Durante épocas turbulentas, sus monasterios se alzaron como fortalezas naturales para proteger la fe ortodoxa frente a invasiones y conflictos. Allí, entre paredes de piedra y manuscritos antiguos, la cultura y el conocimiento sobrevivieron al paso del tiempo.
Uno de los más destacados, el Monasterio del Gran Meteoro, se convirtió en un centro de aprendizaje y teología donde se copiaban textos sagrados y se formaban generaciones de monjes estudiosos.
Por su historia, su belleza y su asombrosa ubicación, Meteora fue reconocida en 1988 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Hoy, sigue siendo un símbolo de espiritualidad, resistencia y armonía entre el ser humano y la naturaleza.

Originalmente hubo 24 monasterios, pero hoy solo quedan 6 en pie y activos:
- Gran Meteoro
- Varlaam
- Roussanou
- San Nicolás Anapausas
- San Esteban
- Santísima Trinidad
Cada uno tiene su propio encanto, pero la estructura y las pinturas bizantinas son bastante similares.
La entrada cuesta 5 € por persona y monasterio.
Recordad que son monasterios y tienen un código de vestimenta. Se deben tapar hombros y rodillas.
Si vienes desde Atenas, en mi opinión, no merece la pena darse el viaje hasta Meteora en un día. El viaje son 4h de ida y 4 de vuelta y los monasterios se ven en cuestión de 3 horas.
La visita guiada no estuvo mal, dio algunos datos interesantes, aunque tampoco fue el mejor tour del siglo. pero creo que no cumple con lo que podrías esperar de un tour guiado de 12h en total.
Además, el guía no entra a los monasterios, por lo que las explicaciones sobre su interior son algo escasas y generales.
Volviendo a la historia de los monasterios, resaltar que antiguamente no existían escaleras ni caminos para subir a esas rocas. Los monjes subían escalando, con cuerdas y redes. Más adelante crearon la «torre de polea» para izar materiales, comida y a veces incluso personas.
Con el tiempo se excavaron peldaños en la roca, pero imaginar cómo construyeron todo eso allí arriba, sin maquinaria ni acceso fácil, es realmente impresionante.
Ver los monasterios desde lejos, al atardecer, bañados por la luz dorada, es una de las postales más bellas de toda Grecia.



Día 12: Delfos
Noche en Delfos
Partimos de Kalambaka rumbo a Delfos, con la intención de visitar el famoso Oráculo.
Llegamos con tiempo y, sobre las 16:30–17:00, decidimos probar suerte para entrar ese mismo día.
¡Y fue la mejor decisión del viaje! Había poca gente, el sol bajaba y pudimos visitar el recinto y el museo con total calma.
El conjunto arqueológico de Delfos fue, en su día, considerado el centro del mundo antiguo. Aquí se encontraba el Templo de Apolo, donde la pitonisa Pitia pronunciaba sus oráculos.
Además, se pueden visitar el anfiteatro, el estadio y las ruinas de otros templos y edificios sagrados.
El Templo de Atenea Pronaia estaba cerrado por reformas, pero el resto del conjunto se conserva muy bien.
La entrada cuesta 20 € por persona, y el museo anexo es fantástico: conserva esculturas, frisos y ofrendas que ayudan a imaginar cómo debió ser Delfos en su esplendor.



Días 13 y 14: Atenas
Noche en Atenas

Para cerrar el viaje, volvimos a Atenas, donde pasamos los dos últimos días.
Nuestra idea era visitar la Acrópolis, pero, después de 14 días recorriendo Grecia sin la posibilidad de reservar online ninguna entrada, fuimos con la misma mentalidad en Atenas y fue un tremendo error, pues cuando fuimos a coger las entradas para la Acrópolis estaban agotadas.
Por eso, te recomiendo reservarlas online con antelación, especialmente si vas en temporada alta.
En su lugar, aprovechamos para disfrutar de otras actividades:
- Tour guiado por la ciudad, donde conocimos la historia de los barrios de Plaka y Monastiraki.
- Karts: una locura. La primera ronda fue de calentamiento, pero al ver cómo volaban los demás, en la segunda fuimos a tope. ¡Qué velocidad y qué adrenalina!
- Escape Room – “Sherlocked Homes”: ambientado en Sherlock Holmes, totalmente en inglés, con pruebas súper ingeniosas. Ha sido de los mejores escapes que hemos hecho fuera de España.
Comer sin gluten en Atenas
Descubrimos dos sitios fantásticos para cerrar el viaje por todo lo alto:
- Nudie Foodie Psiri: pastelería sin gluten con galletas, bizcochos y dulces ideales para desayunar.
- Greek Stories Atenas: restaurante 100 % sin gluten en pleno centro, con pasta, croquetas, enchiladas, ensaladas y más.

Y así, entre risas, ruinas, mareos, templos y mucha buena comida, terminó nuestro viaje de 14 días por Grecia.
Nos despedimos con la maleta llena de recuerdos, saliendo de madrugada rumbo al aeropuerto.
💙 Un viaje inolvidable.

