Como ya te conté en otros posts, la regla es intrínseca a la humanidad, tan natural como respirar. Nos acompaña desde siempre y, con ella, también han evolucionado los productos que usamos durante esos días. Desde las compresas gruesas de antaño hasta los tampones ultrafinos y las copas menstruales de hoy, la higiene femenina ha recorrido un largo camino. Cada paso ha buscado lo mismo: más comodidad, más seguridad, más libertad.

Pero en los últimos años, ha aparecido un nuevo factor que lo ha cambiado todo: la preocupación por el medio ambiente.

Cada vez más personas miramos no solo lo que usamos, sino cómo lo usamos y qué impacto tiene en el planeta. Y en este panorama, las compresas de tela se han ganado un espacio propio. Para muchas que no terminamos de hacer migas con la copa menstrual, esta opción se ha convertido en un punto medio perfecto: sostenible, práctica y, sí, muy cómoda.

Ventajas de las compresas de tela

Más económicas

Sí, una compresa de tela puede costar 5€, algunas un poquito más si son de marcas eco, pero si haces cuentas… es una inversión. Piensa cuánto gastas en tampones y compresas cada mes. Con una media de unos 7-10€, en 2 o 3 ciclos ya habrás amortizado el gasto inicial. Y lo mejor: ¡te duran años!

Y si compras un pack (que suele salir más a cuenta), te olvidas de pisar la sección de higiene del súper por mucho tiempo.

Amigables con el medio ambiente

Las compresas de tela son reutilizables, así que con cada una estás evitando un buen montón de residuos. Porque sí, las compresas y tampones desechables están llenos de plástico (incluso si no lo parece). Además, al reducir el consumo de productos de un solo uso, también estamos reduciendo transporte, fabricación y residuos.

Es una forma sencilla (y muy potente) de ser parte del cambio sin grandes sacrificios.

Respetuosas con tu piel

Otra cosa que muchas no sabíamos hasta probarlas: la diferencia en la piel.

Las compresas de tela suelen estar hechas de algodón orgánico o materiales hipoalergénicos que permiten la transpiración natural. Sin químicos, sin perfumes artificiales, sin plásticos. Resultado: menos irritaciones, menos picores, menos sensación de “pañal húmedo”.

Tu zona íntima te lo agradecerá, de verdad.

Mucho más duraderas

Una buena compresa de tela puede durar entre 2 y 3 años (algunas incluso más). Y su mantenimiento no es tan complicado como parece: enjuagas con agua fría, las metes en la lavadora con tu ropa (mejor si es a baja temperatura), y listo. Algunas personas prefieren lavarlas a mano o tener una bolsita impermeable para cuando están fuera de casa. Todo se adapta a tu estilo de vida.

Y lo mejor: nunca más ese momento de desesperación al darte cuenta de que te queda una sola compresa justo cuando empieza la regla.

Gran capacidad

No te dejes engañar por su aspecto más suave o natural. Las compresas de tela tienen capas absorbentes muy eficientes, y vienen en distintos tamaños y niveles de absorción, igual que las desechables. Desde las de uso diario hasta las de noche o postparto, hay opciones para todo tipo de flujo.

Eso sí: lo ideal es tener al menos 5-6 en rotación para no andar justa.

Aquí te dejo unas cuantas compresas de tela que podrían interesarte:

Un pack de 11 compresas de tela de diferentes tamaños

25,99€

Un pack de 5 compresas de tela ecológica

24,85€

Pack de 5 compresas de algodón, reutilizables y para flujo abundante

29,99€

Conclusión

Para todas aquellas que preferís seguir usando compresas, las de tela son la mejor opción ya que, como habéis ido leyendo, cuidan de tu piel más íntima, no tienen perfumes ni químicos y además transpiran mejor al no tener plástico.

Además, son amigables con el medio ambiente, fáciles de lavar y mucho más económicas.

Desde pequeñas nos han enseñado a ocultar la regla. A envolver las compresas en papel, a tirarlas sin mirar, a vivirla con vergüenza. Incluso llegamos a no saber cómo huele realmente nuestra sangre, porque siempre estaba camuflada con perfumes artificiales y plásticos.

Por último quería remarcar que usar compresas de tela es, también, una manera de reconciliarnos con nuestro cuerpo y de aceptar la regla tal como es: natural, humana, y nada de lo que avergonzarse. Sí, al principio puede dar reparo. Puede parecer “sucio”, incómodo o engorroso. Pero también es una oportunidad para cambiar el chip, para conocernos mejor y para cuidar no solo de nosotras, sino también del mundo en el que vivimos.

Así que si te da curiosidad, dale una oportunidad. Tu cuerpo y el planeta te lo van a agradecer.

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